PRÁSCEDES
Práscedes
Los bordados llevaban años allí, bajo un cristal sujeto a un viejo marco, en un rincón del salón de la casa del pueblo. Me reencontraba con ellos unos pocos días cada año.
Mal enganchada en una esquina del marco, una foto en blanco y negro de Elvigia, la única hermana de mi padre, que muríó muy jóven y a la que apenas conoció.
Siempre habíamos pensado que se trataba de sus bordados escolares, series de letras mayúsculas y minúsculas que se habían convertido más que en un recuerdo, en una especie de homenaje.
Pero cuando esos pocos días al año son lluviosos y hay pocas cosas que hacer, es fácil, al menos en mi caso, que vuelva la mirada hacia esos recuerdos, que aparte la vieja fotografía por primera vez, y descubra que bordada en una esquina hay una fecha, 1898, y unas iniciales PA.
Y que también vea por primera vez lo que tantas veces había mirado, un guante, una pequeña escalera, un pavo real y algunas plantas, y que busque rápidamente una hoja de papel y empiece a escribir una historia, casi al dictado.
Más tarde me han contado que Práscedes Alastuey era la hermana pequeña de mi bisabuela Pascuala. Y que de niña dejó el pueblo, Longás, en las Cinco Villas, para servir en la casa del cura de Urriés.
No sé por qué imagino un sacerdote ilustrado y complaciente, que le ofreció la posibilidad de estudiar y que le abrió las puertas a un universo de bordados, de aquellos diseños que tan de moda estaban entre las buenas casas europeas y que también llegaron a algunos círculos ilustrados de América.
También imagino que creo un cuento, a medias, con alguien con quien comparto sensibilidad y sueños, auque entre nosotros haya una distancia, llena de emoción, de 120 años.
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El cuento escrito e ilustrado por mi a partir de los bordados de mi tia-bisabuela Práscedes, ha sido editado por Yekibud, una pequeña editorial de Barcelona que cuida mucho los libros que publica. Aquí hay un enlace a una entrevista en la que hablo del proceso creativo.